“Cada lugar es una mina. Basta dejarse ir. Darse tiempo, sentarse en una casa de té a observar a la gente que pasa, pararse en una esquina del mercado y luego seguir la madeja de un hilo que puede empezar con una palabra, un encuentro, con el amigo de un amigo de una persona que se acaba de conocer, y el lugar más escuálido, más insignificante de la tierra se transforma en un espejo del mundo, una ventana de la vida, un teatro de la humanidad frente al cual se puede detener sin necesidad de andar mas allá. La mina es exactamente donde se está: es suficiente excavar”. Tiziano Terzani “Un indovino mi disse”. Edit TEA.
Una grave amenaza se cierne sobre los tesoros intangibles del lugar en el que vivo desde hace quince años. Años que han sido una enseñanza continua acerca de la naturaleza, de la sociedad y por supuesto del interior de uno. Una escuela de vida. Vivir aquí, a la orilla del sistema, en medio de personajes que parecen sacados de un cuento o de una película pero que son tan reales como Real es el nombre, lo considero un privilegio.
Encontrar a la serpiente en el camino y escuchar aullar a los coyotes en las noches estrelladas, también es un regalo. Además de la energía, las plantas, los animales y la montaña sagrada, sitio que visito frecuentemente. Es verdad que solemos pensar que el lugar que vivimos es el ombligo del mundo. Bueno, Wirikuta tal vez no sea exactamente el centro del universo, pero si es un punto energético planetario de gran trascendencia. Para mí, el desierto esconde sorpresas. Frutos y flores de hermosos colores se presentan ante los ojos azorados de quienes se adentran en sus misterios. Es al fin de cuentas un jardín mágico donde se puede ver la sombra y la luz. Donde las estrellas murmuran mensajes y el viento, capaz de transformar la piedra, nos despeina las ideas si éstas son demasiado sólidas. ¿Y qué sigue ahora, luego de que las grandes compañías invaden estos espacios con todas las consecuencias que ello implica?
Una de las cosas que me atrajo del lugar desde la primera vez, fue su pasado minero y los vestigios de un antiguo esplendor. Las ruinas, las historias de la gente. Esa mina metafórica de la que habla Terzani. Sin embargo, nada quedó para sus habitantes de aquella fastuosidad, acaso un eco en sus callejones solitarios y unos edificios derruidos en medio de las montañas. Y ahora también se ha descubierto que algo si permaneció y trascendió el tiempo… plomo y arsénico en una sierra devastada por la tala inmoderada.
He tenido la suerte de ser testigo del microcosmos de una sociedad de mil quinientas personas que vivimos en este clima árido, duro en invierno, terrible a veces. Hemos visto como en los últimos meses la relación entre los habitantes del pueblo se ha ido deteriorando cada vez más, vemos que donde antes reinaba una convivencia tranquila entre locales y extranjeros, ahora, instigada por la compañía y por la falta de oportunidades, de repente ya no hay bienvenida. Observamos con tristeza como el hambre y la desesperación pueden llevar a las personas a regresar a un empleo que enfermó y mató mucha gente, afectó a viudas que se quedaron con los hijos a su cargo y que sin embargo están dispuestas a mandarlos, ahora ya adultos, a que trabajen en la mina donde murieron sus progenitores, porque no hay para comer. Y vemos llegar cada semana a expertos, periodistas, ecologistas, ambientalistas, funcionarios, intelectuales, artistas. Y sabemos que allá afuera, del otro lado del túnel, multitudes están luchando para preservar este lugar. Hay organizaciones trabajando en la creación de proyectos alternativos a los que ahora pretenden y están ya devastando la zona. Sin embargo, la gente en Real dice que no hay suficiente información, que tienen hambre. Mientras los gobiernos se caracterizan por la inactividad y el olvido, la compañía minera, aprovecha el momento, azuzando a un grupo de personas para que ataquen y deterioren una relación pacífica de siglos entre los locales y los wixaricas.
¿A dónde irán a parar personajes como José el carnicero, quien con su cuerpo evitó un accidente en los acantilados de la sierra cuando detuvo una willis con su enorme tórax?¿ Qué será de doña Cande quien ayudó a nacer a mas de mil niños en la localidad?¿Quién ayudará a Mundo, el hombre que habla con los animales y que se encuentra cada vez mas enfermo por los años que trabajó en la mina?¿Quien escuchará las historias que Vanessa, el travesti del pueblo cuenta mientras vende sus milagritos para San Francisco de Asís?¿Y las anécdotas del padre Robledo?¿Acaso sonarán otra vez en los callejones los acordes de la estudiantina de mujeres?¿Y las fotos de Arturo Tristán que ha trabajado durante más de 30 años en todo tipo de celebraciones?¿Y las historias de Diego, el hombre que se sienta cada tarde afuera de su casa a ver pasar la vida? ¿Y la solidaridad de todos cuando el año pasado las lluvias provocadas por el huracán Alex devastaron la zona? ¿Que será del hijo de Rubén, quien lucha desde hace meses contra la leucemia? ¿Acaso Bonifacio seguirá vendiendo artilugios de chamán en la entrada del túnel? ¿Don Félix, campesino de la zona, podrá continuar pastoreando su ganado y sembrando su maíz cuando se termine el agua?
El manantial de El Lucero se está agotando pues no ha llovido desde hace por lo menos diez meses. Época de estiaje. El agua en el desierto vale más que cualquier cosa, resultan irresistibles cuando vives aquí los olores que evocan humedad: cuando huele a tierra mojada, a niebla o a rocío del alba. Cuando llega la lluvia, con ella germina y crece la semilla y en una sola noche el desierto cambia radicalmente. Y los campesinos como don Félix salen al amanecer en su caballo y suspiran agradeciendo ese milagro.
Varios nos preguntamos, sabiendo lo que significa la escasez…si viene la mina, ¿de dónde va a sacar el agua que necesita? ¿cuáles son las alternativas de los Catorceños? Los representantes de la compañía afirman públicamente que sólo van a utilizan químicos no tóxicos y biodegradables. ¿Es eso posible? ¿Acaso quedarse sin agua, en una tierra devastada por la contaminación es la única alternativa posible? No, definitivamente la zona tiene potencial para desarrollar otro tipo de proyectos sustentables y dignos.
Muchas preguntas siguen sin respuesta. Por eso, con todo el respeto por la lucha wixarica en defensa de sus territorios sagrados, es importante mirar también a esos personajes que forman parte de la maravillosa diversidad que todos somos. Porque gente como doña Vita, quien ha dedicado su vida a amar las plantas, o Toño el maestro albañil de Vigas que todos los días viaja dos horas en burro para venir al trabajo, o Javier con su grupo musical y su sonrisa brillante o los niños que quieren ser caballerangos como sus papás y los que conforman el caleidoscopio salpicado de color de este lugar, son quienes aportan también algo de magia y de sagrado. La historia y las costumbres del desierto, enmarcadas por una naturaleza dadivosa y espléndida, nos otorgan en su conjunto la identidad de nuestra tierra. Así como los valores intangibles que cada día nos recuerdan el privilegio de la vida.