Con un poco de retraso, estacioné la camioneta, levantando una nube de polvo. Una carita se asomó por la puerta del salón y se escuchó un “Ya llegó”. Allí estaba Karely Muñoz Cortés, la maestra de la escuela de Las Margaritas, ejido de Catorce, ubicado en el corazón de Wirikuta, el estimado fotógrafo Gerardo Ruiz Smith y un visitante de Suiza llamado Nicolás Isensehmid. Y por supuesto, los niños. Entre todos bajamos las cajas. Con la ayuda de los Centros de Acopio de Matehuala, Guadalajara y Ciudad de México, así como un donativo gestionado por Alicia González por parte de la FIL, logramos reunir en esta etapa inicial, 265 hermosos libros para la primera Biblioteca del Desierto. Los niños soltaron exclamaciones de placer al abrir las envolturas. Pasamos un buen rato examinando los textos. Luego salimos al patio, donde platicamos y compartimos el desayuno. “No te sientes allí, me dijeron, está lleno de hormigas”. Junto a la resbaladilla, esto fue lo que contaron:
Alondra: De los libros me gustan los colores, las partes interesantes y los dibujos. Ellos sirven para aprender a leer y disfrutar.
Leslie: Me gusta leer en mi cuarto en la mañana, en la tarde y en la noche, sobre todo los de princesas. Siento que me da mucho cariño un libro.
Sergio: Están bien bonitos los libros nuevos, mi favorito es el de los animales que se inflan. Puedo aprender más.
Carmen: Me agrada leer arriba de la pila, porque casi nadie me mira y ahí comprendo más. Me gustan los libros de caricaturas y los de terror pero no en la noche porque me da cuiqui. Cuando leo uno bonito, siento que sí es realidad. Los libros sirven para entretener, a uno se le va la tristeza, como cuando me regañan porque hago travesuras.
Adrián: A mí me encanta leer arriba del pasamanos del patio de la escuela. Mi preferido es el de Los Tres Cochinitos. Leer ayuda en los sueños, si leo un libro bonito, sueño bonito.
Nihuetsica: Me gusta leer en mi cuarto. Momo es mi favorito. Me imagino lo que leo y siento como si yo estuviera dentro. Los libros sirven para que no tengan que comprarnos videojuegos porque la lectura es como una tele en la cabeza.
La maestra Karely: Gracias por el apoyo a la comunidad, para seguir fortaleciendo el tejido familiar, esperando que a través de los libros, las letras fluyan como un rio en nuestro corazón y con cada grano de arena podamos construir cosas más sólidas.
Casi estaba por retirarme cuando los niños corrieron, me rodearon y abrazaron diciendo: “Muchas gracias”… sentí una emoción grande, una calidez profunda, que les hago llegar a aquellos que hicieron realidad este sueño. Ese abrazo fue para todos. Desde Wirikuta, los invito a que continuemos con estas acciones, que nos fortalecen y nos proporcionan la alegría de saber que unidos por un bien común, avanzamos en la creación de espacios soleados y jardines que fomentan la imaginación. Aún en el desierto, en medio de la aridez, hay semillas que logran germinar.
Seguimos con la campaña. Vamos por más Bibliotecas en otras comunidades.