miércoles, 18 de marzo de 2009

La nube radiactiva

Las Vegas 7 km, anunciaba el pequeño letrero a la orilla de la carretera. Era temprano en el desierto. Llegué a ese lugar porque distinguí por ese rumbo una enorme nube negra, contrastando con los tonos anaranjados del amanecer. Algo se estaba quemando allá. Encontré una malla ciclónica y una garita pequeña, donde un guardia entumecido me observaba con curiosidad. Me bajé del vehículo y caminé hacia él. Salió a buscarme y preguntar que se le ofrece a usté. Tenía un arma colgada del hombro, caray. Sólo estoy paseando le dije. Me explicó que ese era un rancho de jitomates, propiedad privada y que no podía pasar. Mientras, en el cielo la nube iba gradualmente esfumándose y con ella mis ganas de seguir adelante en vista de tal recibimiento. Como que algo se está quemando ¿no? Yo no veo nada, me contestó. Bien, mi desarrollado sentido de la oportunidad, junto con la cara del señor y una fuerte sensación comúnmente conocida como mearse en los pantalones, me animaron a dar la vuelta y volver por donde había llegado. Rancho de jitomates, si cómo no. Ya bastante lejecitos, un impetuoso gusto por la aventura me jalaba a regresar. Pero hube de dominar mis más profundas propulsiones y volver al mundo real. ¿Al mundo real? Pero si ese mundo es ahora parte de nuestra cotidianidad. Soldados que viajan en convoy, retenes en las carreteras, comandos armados hasta los dientes en la plaza, revisiones donde te esculcan hasta el monedero, voces aquí y allá. Descabezados y macabras cartas de advertencia escritas con sangre. Tiroteos afuera de las escuelas, motines en las cárceles, crisis individuales y grupales, pistolas en la secundaria. Un hombre mata a balazos a otro porque había mucho tráfico. Cuatro millones de personas pierden su trabajo en tres meses. El mundo a nuestro alrededor se está cayendo. Para ayudarnos a combatir el mal, más violencia, se declara una guerra. Definitivamente, los seres humanos no terminamos de entender. No hemos aprendido aún los preceptos de Gandhi, uno de las mentes más lúcidas que han habitado el planeta. “La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia. No hay camino para la paz, la paz es el camino. La violencia es el miedo a los ideales de los demás”. Secuestros, robos, asaltos, miseria, desempleo, muerte, muerte en Palestina, muerte en el mundo, extinción de flora y fauna, crimen, hambre que es otro tipo de violencia, crisis alimentaria mundial, transgénicos y nanotecnología puesta al servicio del poder y del dinero. Una catástrofe completa. Por eso no me extrañó que en el microcosmos desertero, que no es sino un reflejo del macrocosmos de allá afuera, se apareciera en medio de la nada una nube radiactiva. Me pregunto si no será una manifestación física del caos en que estamos inmersos.

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