Salí temprano, acompañada de los perros. Hay que romper esquemas, le dije a la nueva yo que estoy tratando de crear. Mezclando varios ingredientes, la noche anterior había realizado un ritual personal en el cual puse todas mis intenciones para amasarme de nuevo, reinventarme, ya que como las serpientes, el traje que andaba vistiendo estaba deformado y decidí cambiar de piel. Así que al día siguiente, salí al monte. Nada como el equinoccio para los cambios. Decidí a subir a esa montaña donde nunca estuve antes, a pesar de que llevo varios años viviendo aquí. Una niebla matinal se posaba suavemente en la ladera, que comenzaba a reverdecer con el efecto del despertar que trae la primavera. Magueyes, nopales, lechuguillas, garrochas, palmas y lo más sorprendente: flores de todos los colores. Creo que pocas cosas son tan asombrosas como el poder observar una flor en medio de las espinas, con tonos brillantes, erguiéndose orgullosa ofreciendo su belleza al sol y al viento. Al llegar a la cima, me recosté entre las piedras. Desde allí se divisa el cerro sagrado, el desierto, el pueblo y las montañas de la sierra de Catorce. Me coloqué en posición fetal y me dejé abrazar por la energía del planeta. Luego, me puse a observar las figuras que formaban las nubes. Encontré algunas muy interesantes: una piedra rodeada de éter y el ala de un fénix. Qué agradable sensación de paz. Desee con todas mis fuerzas en ese momento ser capaz de dejar atrás todos mis apegos, tan completa me sentía con esa maravilla a mi alrededor. Los perros se recostaron a mi lado, fieles compañeros y con el pasar de las horas, el sol fue calentando de a poquito mis entumidos huesos. La bajada fue más complicada. Estuve a punto de caer al vacío, pero con prudencia logré volver. Luego me fui a pueblo con una flor apoyada en la mejilla y la tarde fluyó diferente. Es increíble como un acto tan sencillo puede cambiar la realidad. Basta sólo dejar entrar un poco de magia en nuestras vidas. ¿La magia? La magia es una cosa muy seria. Un modo diferente de interpretar las cosas, una manera más interesante y más creativa de lo común porque combina el arte con el gusto de jugar con la materia. La magia es algo que nos transmuta. El arte nos cura. El proceso creativo lleva en sí un inmenso poder de transformación. Eso lo dice Terzani que es uno de mis autores de cabecera. Así que por qué no convertirnos todos en hechiceros de nuestra realidad, en alquimistas, en juguetones duendes para transformar la sordidez en belleza, para reír en vez de llorar, para gozar en vez de sufrir. Claro, ahora que estoy aquí escribiéndolo pareciera tan sencillo, una básica fórmula a conjurar en momentos aciagos. La realidad se impone con fuerza avasalladora y lo cotidiano, muchas veces no da tregua; porque es más fácil sentarse en esa cómoda y cálida sillita que salir a ver el mundo desde otra ventana. Dice Jodorowsky, otro que pernocta en mi mesa de luz, que en general los comportamientos humanos están motivados por fuerzas inconscientes, cualesquiera que puedan ser las explicaciones racionales que les atribuyamos después. El mismo mundo no es homogéneo sino amalgama de influencias misteriosas. También dice que es posible, a través de actos creativos y conscientes enviar mensajes al inconsciente para sanar. Yo creo en sanar no sólo como individuos sino como grupo. Poder dejar atrás las nubes radiactivas que se vislumbran cada vez más cercanas en el horizonte de los tiempos venideros. Y que la violencia y la oscuridad no imperen o predominen por sobre todas las cosas. La magia, definitivamente, es necesaria en este proceso. Y para ello debemos dejar atrás la racionalidad y las explicaciones que pasan a través de la mente. Por eso, cuando crea imposible continuar, cuando una espuma grisácea codicie envolverme en su manto de olvido, quiero cerrar los ojos y volver a la montaña. Dejar que el viento acaricie mis dudas y las nubes sigan susurrándome secretos y ecuaciones para resolver el enigma, a dónde está la salida del laberinto de espejos. Y que el ala del fénix baje desde lo alto a tocar mi cabeza con sus plumas tornasol para que los ojos resplandezcan ante la maravilla de la vida y que un sutil polvo dorado me impregne la nueva piel.
lunes, 30 de marzo de 2009
sábado, 21 de marzo de 2009
Eutanasia
De parte de Miguel Sirio
Anoche mi mamá y yo estábamos sentados en la sala hablando de las muchas cosas de la vida... entre otras... estábamos hablando de la idea de vivir o morir. Le dije: 'Nunca me dejes vivir en estado vegetativo, dependiendo de máquinas y líquidos de una botella. Si me ves en ese estado, desenchufa los artefactos que me mantienen vivo, prefiero morir. Entonces, mi mamá se levantó con una cara de admiración... !!!!!!!!!!!! !!!!!!!!! !!!! Y me desenchufó el televisor, el cable, el sky, el DVD, la computadora, el nextel, el ipod, el stereo, el mini split, el Xbox y me tiró todas las cervezas! Putamadre .... CASI ME MUERO!!!
La paz es posible.
miércoles, 18 de marzo de 2009
La nube radiactiva
Las Vegas 7 km, anunciaba el pequeño letrero a la orilla de la carretera. Era temprano en el desierto. Llegué a ese lugar porque distinguí por ese rumbo una enorme nube negra, contrastando con los tonos anaranjados del amanecer. Algo se estaba quemando allá. Encontré una malla ciclónica y una garita pequeña, donde un guardia entumecido me observaba con curiosidad. Me bajé del vehículo y caminé hacia él. Salió a buscarme y preguntar que se le ofrece a usté. Tenía un arma colgada del hombro, caray. Sólo estoy paseando le dije. Me explicó que ese era un rancho de jitomates, propiedad privada y que no podía pasar. Mientras, en el cielo la nube iba gradualmente esfumándose y con ella mis ganas de seguir adelante en vista de tal recibimiento. Como que algo se está quemando ¿no? Yo no veo nada, me contestó. Bien, mi desarrollado sentido de la oportunidad, junto con la cara del señor y una fuerte sensación comúnmente conocida como mearse en los pantalones, me animaron a dar la vuelta y volver por donde había llegado. Rancho de jitomates, si cómo no. Ya bastante lejecitos, un impetuoso gusto por la aventura me jalaba a regresar. Pero hube de dominar mis más profundas propulsiones y volver al mundo real. ¿Al mundo real? Pero si ese mundo es ahora parte de nuestra cotidianidad. Soldados que viajan en convoy, retenes en las carreteras, comandos armados hasta los dientes en la plaza, revisiones donde te esculcan hasta el monedero, voces aquí y allá. Descabezados y macabras cartas de advertencia escritas con sangre. Tiroteos afuera de las escuelas, motines en las cárceles, crisis individuales y grupales, pistolas en la secundaria. Un hombre mata a balazos a otro porque había mucho tráfico. Cuatro millones de personas pierden su trabajo en tres meses. El mundo a nuestro alrededor se está cayendo. Para ayudarnos a combatir el mal, más violencia, se declara una guerra. Definitivamente, los seres humanos no terminamos de entender. No hemos aprendido aún los preceptos de Gandhi, uno de las mentes más lúcidas que han habitado el planeta. “La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia. No hay camino para la paz, la paz es el camino. La violencia es el miedo a los ideales de los demás”. Secuestros, robos, asaltos, miseria, desempleo, muerte, muerte en Palestina, muerte en el mundo, extinción de flora y fauna, crimen, hambre que es otro tipo de violencia, crisis alimentaria mundial, transgénicos y nanotecnología puesta al servicio del poder y del dinero. Una catástrofe completa. Por eso no me extrañó que en el microcosmos desertero, que no es sino un reflejo del macrocosmos de allá afuera, se apareciera en medio de la nada una nube radiactiva. Me pregunto si no será una manifestación física del caos en que estamos inmersos.
martes, 10 de marzo de 2009
¿Planeta tierra?
Camino cuadras y cuadras para llegar al centro. La feria está en su apogeo. Fuertes luces me atraen hacia un pasillo donde venden panes de nata. Destellan apetitosos y brillantes bajo el neón. Algunos en forma de corazón con leyendas como: “Para mamita, Mi güera, Mi gallo, Mi gorda latosa, Toda la raza”. Pasa un señor cargado de crucifijos de madera. Siguiendo por el pasillo, hay platería, mercancía china, puestos de fruta y verdura, los vendedores de cobijas con micrófono, elotes asados, dulces, canicas, dardos, reloj de la virgen de Guadalupe con luces como caleidoscopio, jarros. Todos los comerciantes con su tele, la gente arreglada, bicicletas, herramientas, gordos cenando tacos, diademas, ollas, niños con rifles de juguete, bolsas con sorpresa: Todo a cinco pesos, Todas tienen premio. Hasta me encuentro a Boy George y su puesto de trenzas. Cinturones, algodón de azúcar, una familia come elotes apartada en un rincón. Carros chocadores, montañas de basura, futbolitos, los muchachos en fila viendo pasar a las chicas guapas, el dragón, la cara de felicidad de los niños, una familia espera a la abuelita que viene despacito con su andador, una niña con capacidades diferentes en silla de ruedas mira pasar al gentío. Una pequeña perrita llamada Princesa, sostenida por una niña con diadema de Topo Gigio y otra niña junto a ella con una diadema de mariposas. Muchos puestos venden el cubo mágico que tan famoso se hiciera en los ochentas. Un comerciante pide le vayan a comprar más bolsas de plástico, ya se le acabaron. Hay un concierto de música ranchera, un señor mira la hora, una mujer que viste escotada blusa rosa adornada con lentejuelas pasa cargando velas. Fuegos artificiales, matachines, la gente lleva cirios de un metro adornados con flores. Un señor jorobado vende garapiñados, muchas abuelitas afuera de la iglesia, llega una señora en silla de ruedas le falta una pierna, un bebé duerme en brazos de su madre, la iglesia está abarrotada y afuera la plaza también. Hay mucho humo, todos corren, una señora gorda con cinco hijos come papitas con esa bomba estomacal llamada salsa Valentina y cada uno de los niños tiene una bolsa con el mismo contenido. En medio de la multitud un muchacho de pie juega con su celular. En los juegos mecánicos hay uno llamado La Casa Loca del cual baja una mujer; va saliendo con la cara verde, parece que está a punto de vomitar, la gente a su alrededor mira y se detiene, expectante. La escena se congela en instantes, los olores, los colores los sonidos. Una mamá con carriola de un lado y empujando un niño del otro. De repente la mirada tropieza con un puesto increíble ¿libros? No lo puedo creer, “Cortes y Peinados, la sagrada Biblia, Cocteles, El poder curativo de los hongos, Enfermería, Me divierto y Aprendo y el más fantástico título: Feng shui para mexicanos.
Las campanas alegran la noche. Otro puesto con pupilentes fresh look, perfumes y labiales. Lotería, venados de cerámica sobre cajas de huevo San Juan, cuadros, la Mona Lisa junto a Piolín; ella tiene un gato en el cuello, un conejo en la mano y dos columnas en el pelo. Un puesto de tiro al blanco en el que hay calaca sentada en una silla y otra vestida de Niurka con dos enormes naranjas colgándole enfrente y una faldita tipo hawaiano, me acerco curiosa y el señor me dice, ándele, juéguele ¡Hágala enojar!
¿Estoy en el planeta tierra? Parece que sí.
Las campanas alegran la noche. Otro puesto con pupilentes fresh look, perfumes y labiales. Lotería, venados de cerámica sobre cajas de huevo San Juan, cuadros, la Mona Lisa junto a Piolín; ella tiene un gato en el cuello, un conejo en la mano y dos columnas en el pelo. Un puesto de tiro al blanco en el que hay calaca sentada en una silla y otra vestida de Niurka con dos enormes naranjas colgándole enfrente y una faldita tipo hawaiano, me acerco curiosa y el señor me dice, ándele, juéguele ¡Hágala enojar!
¿Estoy en el planeta tierra? Parece que sí.
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